20000 days on Earth

A veces me pasa que, por cantidad y velocidad, se me atoran las palabras en la garganta, las ideas en la cabeza, las palabras en la lengua y en los dedos. De algunas cosas es muy difícil hablar, o escribir, o incluso pensar claramente.

 

 

+ Si te gusta Cave, la película es obligada.
+ Si no te gusta Cave, olvidate.
+ Si no sabés si te gusta Cave, te gusta Cave. Goto  «Si te gusta Cave».

 

. No recuerdo cuándo me enteré que existía Cave por primera vez. Era adolescente, pero no sé ni edad ni momento. Sería lindo saber. Lo escuchaban mi grupo de amigos «de avanzada», que yo no sabía que eran de avanzada, y en varios aspectos me parecía, en su momento, que se equivocaban. El tiempo, obviamente, terminó llevándome por los caminos que ellos habían andado varios años antes. Uno de esos fue Cave.
Yo era punk, y por ese lado, y era muy difícil que pudiera interesarme nada que no fuera rápido, simple, furioso, sencillo, desprolijo, irreverente. Era imposible que prestara ninguna atención a Cave, Smiths, esas cosas (había muchas más, claro).

 

. Creo que fue en el año 94, me da fiaca chequear. Hubo un festival. Estadio de Ferro, dos días, algo de la primavera, qué sé yo. Todos emocionados —mis amigos, claro— porque tocaba Cave. Yo quería ver, no sé, no recuerdo, a Cypress Hill. Llegó el día, ochenta escenarios, dos mil bandas, ciento cincuenta mil personas, la concha de tu madre, el inicio (local) de esa idea de festival que es el infierno mismo. Seis o siete de la tarde, no sé, había algo de sol y claridad todavía. En el escenario principal aparece un chabón de traje celeste. Traje. Yo era punk, te dije. Traje. Celeste. Una mierda. Chau, listo, me voy a otra cosa.
Veinte años después no me alcanzan las horas del día para martillarme las pelotas.

 

. El primer disco que tuve y escuché y remil escuché entero de Cave, ese disco que todos tenemos de esa banda que nos gusta, que aunque no sea el mejor, es EL disco, para nosotros, ese disco fue para mí No more shall we part. Me lo pasó un amigo —no sé cómo, finalmente, accedí a darle una oportunidad— y fue, de repente, entender todo.
Si tuvieran que empezar por uno, tal vez les diría ese, pero el parámetro es ninguno.

 

. Con el paso del tiempo cada vez fuimos más amigos, más íntimos, nos entendimos mejor. Sus discos no fueron, me parece a mí, en el último tiempo, particularmente buenos, ni mejores que los de antes, pero ya tenemos una cierta conexión.
Y en parte esa conexión está ahí , subyacente, porque con ese grupo de grandes amigos que marcaron mi vida para siempre, no volví a verme casi nunca. Pero viven, aún, cuando escucho a Cave.

 

. Todos viven, en mí, pero no todos viven en este ciudad. O este mundo. Y fue hace quién sabé cuánto (¿qué importa saber cuándo muere la gente?) que uno se nos fue. Treinta años. O dos, o tres, o uno, no sé. Se nos fue. Y me mandaron un mensaje para avisarle, «for old times sake». Un mensaje por facebook.
Y ese mismo amigo que me avisó (porque todavía somos amigos, aunque tal vez él no lo sepa), ese día, compartió, para recordar a ese pino caído, un video de Cave.

 

 

 

 

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