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Ser como la madera

Las personas cambian, mutan, se mueven, se revuelven, van y vienen. Dicen y desdicen, hacen y deshacen. Oscilan. Nacen, crecen, decrecen, lastiman, matan, mueren. Y todo, a veces, en el mismo día, varias veces.
Y a mí siempre me llamó la atención la madera. Esa madera en el marco de esa ventana, o en ese balcón, o esa canoa, una guitarra, un muelle.
Esa madera está ahí hace años. Decenas de años. Centenas de años, también, por qué no. Venga sol, o lluvia, o granizo, o la indiferencia de los miles que le pasan por el costado, por encima, por debajo. Ahí está la madera. Se hincha, se seca, se moja, se tuerce, se quiebra, cambia de color y de textura, y pasa el tiempo, y la madera sigue ahí.

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Paluch, la punta del iceberg

Hacen leña del árbol caído de Paluch, los lacras.

Pero si vos te fijás (y el asunto es que, lamentablemente, pocos se fijan) Paluch en sí mismo, poco importa.

Y es que si Paluch fuera un caso aislado (y para este truco asumamos que es, para simplificar, y no herir los sentimientos de nadie con dudas infundadas, generalidades vagas) pasaría que en seguida alguien lo habría puesto en su lugar. Y no pasaba nada, locos y tarados hay por todos lados.
Ahora si Paluch viviera rodeado de seres como él, o —lo que es peor— un mar de lacras miserables, entonces él podría hacer lo que quisiera, porque nadie se atrevería a hacer ni decir nada.
Hasta que, claro, alguien se animara, y el viento cambiara, y entonces estuviera bien visto cruzarse de vereda. En cuyo caso, veríamos lo que vemos ahora: a todos sus —por acción u omisión— cómplices, cruzando la calle, para guarecerse del vendaval con los restos que del caído hicieron.

Y peor aún, digo, aquellos que simplemente se llamaron a silencio, porque esos no tenía ni siquiera la excusa, el ¿atenuante? de estar en la misma joda, sino que simplemente fueron miserables, mediocres, cobardes, siervos sin más.
Vale más un hijo de puta que uno de estos canallas.
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Por tres monedas

Llegué a sala de profesores un minuto antes de que tocara el timbre del recreo. Estaba vacía, los profes estaban en las aulas. Por eso fui. 
Venía de una hora libre, pasaba a buscar unos libros, y me iba. Sobre la mesa, restos de una pastafrola. Buscaba los libros cuando llegó la primera profe. Los había encontrado y revisaba si había adentro unos papeles cuando llegó el primer professor.
¿Cuántas había cuando vos te fuiste, F.?, preguntó la profe. Y, había, dijo F. Había varias, o no? Y, sí, había. La cara de F. decía ¿por qué preguntás?
Cuando salimos pasé por el baño, y antes de ir al aula, volví a buscar un libro, y cuando entro ¡me encuentro a uno de limpieza, comiendo! Cuando me vio medio que se apuró a tragar, y vio que lo miraba y se fue!
F. hizo un gesto de indignación, y dijo alguna minucia al tono. La profe no se contentó: O sea, escuchame! No es tuyo, cómo te lo vas a comer! Mañana dejás un celular, y se te llevan el celular!!
Yo levanté la vista del libro, los miré, primero a ella, después a él, después volví. Empezaba a llegar el malón, de a poco. La profesora dijo alguna otra cosa, en la misma línea, no sé bien qué, yo estaba abrumado.
Tenía hambre, atiné a decir. La profesora me miró. Eh?, dijo. Tenía hambre, dijo yo, no se robó un celular, se comió un pedazo de pastafrola, tenía hambre.
La profesora me miró. Después no dijo nada. Y después lo volvió a mirar a F., que supongo que la miraba. Escuchame, yo no voy al lugar de ellos a comerme su comida!!

Y yo, que tenía que haberme quedado a explicarle qué vergüenza que una docente que (de)forma adolescentes piense de esa manera, y que si supiera lo que gana esa gente, y que si ella nunca tuvo hambre, y que mil cosas, y todo eso que tenía que haber hecho y todo y yo me fui porque me pareció demasiado y no supe qué hacer, y me quedé como un imbécil indignado todo el día, y para colmo, con culpa, porque no dije más y me fui.

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the naked leads the blind

«... en qué se ha convertido todo. Para que te des una idea, nada más, che, fijate que recién, vengo de comprar un poco de pan —que mejor ni te digo lo que cuesta el pan!— y llego a la esquina y veo los autos de la calle tratando de avanzar sobre la avenida, porque detrás venía una ambulancia, pero vos te creés que los de la avenida iban a parar? así que ahí, unos tratando de avanzar tímidamente, los otros que bueno, paso yo y que pare el de atrás, y así, y entonces una mina que estaba tirada en el piso mendigando agarra las muletas y se manda a la avenida, y los autos empiezan a frenar, y con una mano sostenía la muleta que venía a ser la pierna que le faltaba, y con la otra dale que dale a los autos de la calle, que avancen, y ahí pasó la ambulancia, y la mina volvió al suelo a mendigar, y todo siguió como siempre, y aquí no ha pasado nada, siga siga...»

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Casi

Perlitas que te encontrás en los pueblos si mirás para arriba...


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No hay futuro

Si desde la Comisión Nacional de Regulación del Transporte sacan mensajes como estos, con las tildes espolvoreadas a la marchanta...


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kæʧəmeɪt


♪ Look how cute my country countryman
If you see him as I saw
A clear sky dishing stars
Mother Earth cradling corn
Look how cute my country countryman
If yo see him as I saw ♫


~ Argentine Moon



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