Día de la Fuentecitancia

Para empezar entonces con esta sonsera de suma importancia, he escogido este texto.
Lo encontré rebuscando entre mil cosas después de un buen rato. Me parece, y de esto se trata también el asunto, que está bueno compartirlo.



Las Toreras

Olor a puchero y el Concierto de Aranjuez. El salón estaba tan oscuro en comparación con el resplandor de la plaza, puro cemento alrededor de un solo árbol, que, durante algunos segundos tras cruzar la puerta, no veía nada. Por eso, en lugar de los manteles de plástico, esos de a cuadros rojos y blancos, la barra cromada, las fotos en la pared y, sobretodo, la cabeza gigante de toro que dominaba la escena, lo que me quedó grabado en el subconsciente de esa primera vez, fue el olor a puchero y la música de fondo, el famoso concierto de Joaquín Rodrigo, que, por estar Aranjuez, sonaba en todos lados y a todas horas.
No puedo recordar el nombre del bar, todo el mundo decía “vamos a las toreras”, pero era uno de esos lugares en los que se podía almorzar un menú casero por menos de mil pesetas.
- El plato del día es Rabo de Toro, pero si no os gusta – a mí no me gustaba – os puedo traer una milanesa con ensaladilla rusa
La que nos toma el pedido es Lola, la menor de las cuatro hermanas. Debe tener unos treinta años y es más bien fea. El chandal que lleva no ayuda mucho. Se va con el pedido hacia la pared del fondo, en la que hay uno de esos ventanucos que comunican con la cocina, a través del que se puede ver la cocinera. Es Asunción, la mayor. Tiene treinta y siete años, pero parece de cincuenta. Lleva un vestido de vieja debajo del delantal lleno de lamparones. Luce cansada y asqueada, como si ya no soportara más el olor a fritanga de su propio pelo.
Detrás de la barra está Begoña, la segunda. Ella sí es bonita. Tiene el pelo negro negrísimo recogido en una coleta bien tirante. Carita limpia, apenas algo de rimmel, nariz respingona, y boca pequeña. La barra de bar oculta casi todo su cuerpo, sólo se ve la parte superior de un pulóver azul, un poco ajustado, que revela que la naturaleza fue generosa con ella.
Las tres vuelven su mirada hacia la puerta cuando ésta se abre. Me extraña ver la intensidad de la mirada de las tres, ¿odio? no quizá no tanto, celos con toda seguridad. La que está entrando es Carmen, la tercera. Suelta un “buenas tardes” dirigido a todos y a nadie a la vez, mientras camina decidida sabiendo que todas las cabezas de la concurrencia la siguen. Carmen llama la atención. Va, como diría mi tía Rosa, “muy extremada”, con un jean clarito ajustado una blusa que deja un hombro al descubierto, muy Flashdance, cabello rojo intenso y maquillaje muy agresivo. Hay algo anacrónico en el look de Carmen, como si se hubiera quedado anclada en los ochenta, pero parece que en este pueblo le va muy bien.
En la mesa más cercana al ventilador se sientan los habituales del lugar, alrededor de Paco, el patrón. El día de su boda Paco le dijo a su mujer “vamos a tener un hijo y va a ser torero”. Y empezaron a nacerle niñas Asunción, Begoña, Carmen, Dolores y por fin el heredero. Afortunadamente, sino Paco habría continuado bautizando nenas hasta terminar con el abecedario.
A los dieciséis, el Niño, porque así le llamaban todos, empezó a torear, cumpliendo el sueño de su padre. A los veinte dejó.
Miro de nuevo las fotos y los recortes de diario colgados en la pared. En todas el mismo muchacho flaco y narizón vestido de luces le sonríe a la cámara, en algunas pocas sosteniendo una oreja, en las más, sostiene únicamente la montera.
- Niño, ¡teléfono!
Alguien levanta la cabeza en la mesa de Paco. Es la misma cara de las fotografías pero sin la sonrisa. Se levanta, agarra la muleta de madera que estaba apoyada en la pared, y rengueando le da la vuelta a la mesa. Su pierna derecha termina un poco por encima de la rodilla.

2 opiniones :

Fodor Lobson dijo...

¡qué honor!

okie dokie, mañana reviso las bases y sigo con la fuencitancia.

¡Feliz día de la Fuencitancia a todos! (Y sí, acá en Lima son las 23:38, o sea que todavía es 21 de junio)

P.S.: ¿no se nos irá a enojar Bucay?

Subjuntivo dijo...

Ah, sí, todo muy lindo, pero la palabra sería FuenTEcitancia.

Gracias,
S.

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