El vino de mesa
— En los tiempos de mi abuelo —dice el general, mirando su copa— se colocaba una pinta de vino de mesa delante de cada invitado. Era la ración de cada uno. Una pinta, litro y medio. De vino de mesa. Mi padre me contó que también el rey tenía la costumbre de poner vino de mesa en botellas de cristal delante de sus invitados. A cada invitado le correspondía una botella. Por eso se llamaba vino de mesa, porque estaba allí, en la mesa, para que cada uno tomara la cantidad que quisiera. Los vinos de calidad los servían aparte. Era la norma vigente en la corte.
El último encuentro,
Sándor Márai
2 opiniones :
Dos cosas buenas: estás leyendo el libro de don Sándor, ¡bien! Te veía medio desconfiado, pero le entraste. Así me gusta.
La otra, obvio, es que estás recomendando acá nomás, al ladito, el Electric Warrior de T. Rex. Es un disco muy grosso (y es grosso también que te guste).
Qué bueno es que cambies, crezcas, mejores. Y me gusta poder andar por ahí mientras todo eso sucede.
No, desconfiado para nada (eso era pura emoción).
Sándor es amigo, aunque se posiciona de manera "especial": es como ese abuelo que está buenísimo para que te cuente historias, cuando estás "in the mood". Hay días que, no importa lo interesante que sea o lo bien que pueda contarlo, te resulta medio tedioso.
Pero es amigo, sin dudas.
Con T-Rex nos amigamos, sí, pero él sabe que rar vez yo lo escuche, y que no sé los nombres de sus temas, ni esto o aquello. Del mismo modo, él no lee mis blogs. Así y todo, yo sé que sus discos valen la pena, y los recomiendo. (espero que él recomiende mis blogs...)
Gracias.
Un abrazo,
S.
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