El día que murió la música
Es la noche del 2 de febrero de 1969.
En el norte de USA, Buddy Holly, cansado de ir a acá para allá cada día en un micro sin calefacción ni comodidades, decide pagar un avión para la banda, y así llegar más rápido a Fargo, en Dakota del Norte, y poder descansar un día, antes de que llegaran los demás.
El avión es chiquito, y sólo puede llevar a 4: el piloto y tres pasajeros. Viajarán Holly, Waylon Jennings, el bajista, y Tommy Allsup, el guitarrista.
Parte de la gira eran también Ritchie Valens (Ricardo Valenzuela), y J.P. The Big Bopper Richardson. Este último está enfermo, producto, justamente, de tantos viajes en un micro helado, y le pide a Waylon que lo deje viajar en el avión. Waylon acepta de buena gana. Buddy, para fastidiarlo, al saber que no iba a viajar, le dice «Ojalá se congele esa catramina!», a lo que Waylon contesta «Y ojalá a vos se te caiga el avión».
Valens, que había tenido cierto miedo a volar, siente que le dan ganas, si van sus amigos (además de la comodidad, claro), y le pide a Tommy su asiento. Tommy no se copa tan rápido como Waylon, y el asunto se disputa moneda de por medio. Valens elige ceca, y gana la contienda.
Es el comienzo del 3 de febrero de 1959.
El avión se estrella a poco de despegar, y de esas tres promesas no queda más que el recuerdo.
Ese día murió la música.
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