La aldea global

Caminando por los barrios se pueden encontrar muchas cosas. Muchas cosas como esta incluso, que nos muestra una mixtura propia de los tiempos que transitamos.

Lo primero que llama la atención es la presencia de la “K”, la que hasta hace un par de años hubiera sido sin duda atribuida a una marcada influencia neo-punk, o bien a la ineludible presencia de la juventud, el chat y la internel en la sociedad toda, pero que en estos tiempos bien puede considerarse producto de la política imperante, o incluso, una publicidad subliminal.

Inmediatamente llama nuestra atención la presencia del argentinismo “Padel”, que si bien es absolutamente inexistente, bien podría ser argumento para darle letra a García Márquez por veintisiete minutos (o lo que podría ser mucho peor, un libro). Podemos, por supuesto, considerarlo una ocurrencia, o una excentricidad, por qué no?

Debajo de esto vemos los teléfonos donde puede uno, no sólo conseguir información sobre las tarifas, o reservar una canchita en un horario determinado, sino, lo que es mejor aún, encontrar al beduino responsable de tremenda bestialidad, e invitarlo gentilmente a tomar clases, sino de inglés, al menos de castellano.

A la derecha y bien erguido podemos ver un esbelto “Gym”, lo que nos lleva una vez más a pensar en el responsable y su predilección casi obsesiva por el idioma inglés. Esta vez, sin embargo, utiliza una palabra que, si bien no existe en nuestra lengua, es bien coloquial y parte del léxico inglés, lo que nos lleva a pensar cómo es que conoce la palabra “Gym” pero no a su prima lejana “Paddle”. (hay quienes sugieren que todo el problema podría haberse originado por la disparidad en la cantidad de letras)

Para dejar bien en claro su obsesión, cual sutil remate, podemos leer “Bar”, palabra que, una vez más, deriva del inglés, pero que, a diferencia de las anteriores, sí existe en nuestro diccionario, y en nuestro coloquio sirve para simbolizar, además de aquel lugar donde se despachan bebidas que han de ser tomadas de pie en el mostrador, el lugar de reunión con los amigos y tantas otras cosas.


A no ser, claro, que el señor haya querido decir, en realidad, “100.000 pascales”.


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