El dilema de las obleas dulces


Me permito trasladarles un pequeño dilema que, casi azarosamente, tomara lugar en Subjuntivo, y el cual a la fecha no ha podido, en mi opinión, ser resuelto:

Qué cuernos de diferencia existe entre estos productos que nos empuja aún, en los albores del siglo XXI, a llamarlos de manera tan distinta?

Me despojo, a los fines analíticos, de todo carácter emotivo. Y no sólo por deseo de objetividad, sino porque en lo más profundo de mí no se alberga animosidad alguna para con ninguno de los contendientes. Sabrán disculpar y ponerse a la altura aquellos que sí las tengan, y vean sus infancias (y otras cosas) reavivadas.

Antes de recurrir a ustedes, no me crean holgazán, he intentado descular el misterio por mis propios medios, pero he resultado infructuoso: me niego a aceptar que tamaña diferencia definicional pueda estar sola y simplemente basada en la discrepancia que estos objetos ostentan en sus formas. Más aún, si estuviera dispuesto a aceptar esta simple teoría, sería el uno mutación del otro, o viceversa?

En mi afán por ayudarles en vuestro razonamiento, proveoles las definiciones que nos brindan los amigos de la RAE:



cucurucho.
(Del it. dialect. cucuruccio).
m.
Papel, cartón, barquillo, etc., arrollado en forma cónica, empleado para
contener dulces, confites, helados, cosas menudas, etc. (U. t. en sent.
Fig)

barquillo.
(Del dim. de barco, por tener originariamente
forma convexa o de barco)
1. m. Hoja delgada de pasta hecha con harina sin
levadura y, además, azúcar o miel y, por lo común, canela, la cual, en moldes
calientes, hoy suele tomar forma de canuto, más ancho por uno de sus extremos
que por el otro.






Creo que a estas alturas habrán de coincidir conmigo que estos dos productos no son más que hijos de alguna rudimentaria técnica de marketing, pero siameses en su esencia.

Por Tres Monedas © 2009
design & code Quite Random